
Cusco no deja de sorprender con sus incontables festejos y tradiciones. Algunos muy interesantes y entretenidos, pero otros francamente molestos, con exceso de borrachos, orines y gritos desaforados a horas en las que el común de los mortales sueñan con los angelitos.
Comadres y compadres, comparsas por toda la ciudad, la misma banda tocando la misma música para una y otra, muñecos colgados en zonas transitadas de la ciudad con mensajes para los pasantes.
Pareciera que la vida es un carnaval, como cantaba la inigualable Celia Cruz, pero me siento como si me hubiera caído del carrusel y los caballitos me pasaran por encima sin piedad. Es dificil de explicar pero sigo sintiendo que aun no estoy donde debo estar y haciendo lo que debo hacer.
Quiero una vida simple. Y se me sigue complicando. Más estrés, menos gozo.
Hay que sentarse a ponderar y tomar decisiones.
Qué dificil es ser grande.