
Nos toca hacer maletas y volar a otro lugar a construir de cero una nueva vida. Nueva ciudad, nueva gente, nuevas costumbres, nuevas oportunidades.
Lo malo es decir adiós. Odio las despedidas. Ya tuve que despedirme de los amigos del trabajo (que se portaron muy bien conmigo aunque me hicieron llorar otra vez, no sé qué tiene esta gente que me ha vuelto súper llorona) y la próxima semana tocará despedirse de la familia.
Los nuevos comienzos implican nuevos finales y eso no siempre es lindo. En fin, para adelante, a ver qué nos depara la vida.
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